viernes, 4 de diciembre de 2015


María del Rocío Lorca Luque 3ºESO C
UNA NOCHE DE HALLOWEEN
Quedé con mis amigos para celebrar Halloween e ir pidiendo caramelos, todo estaba genial. Hasta que Juan (un amigo del grupo) dijo de ir a una casa muy conocida por los fantasmas que la habitaban. Cuando llegamos escuchamos ruidos que provenían de la casa. Juanjo (otro amigo del grupo) dijo que quien fuera capaz de recorrer todos y cada uno de los pasillos de la casa y volver sin llorar se llevaría todos los caramelos que habíamos conseguido. Todos llevaban la bolsa de caramelos llena menos yo, entonces me ofrecí voluntaria para entrar, pero antes de entrar busqué de donde provenía el miedo a esa casa así que busqué la información y en resumen ponía:
Que antes de ser una casa era un cementerio, un hombre de unos 30-35 años compró el terreno y se construyó una casa para él, con sus propias manos, los vecinos comentaban que por la noche entrando la madrugada se escuchaban gritos de niñas y que poco más tarde se le veia enterrando cuerpos en su jardín trasero, al cabo de 20 años el hombre fué asesinado, cuando los policías fueron a recoger el cuerpo descubrieron que con la sangre del hombre estaba escrito en la pared "te lo debíamos, prueba tu propia medecina";
debo admitir que me asusté y dejé de leer, sin pensármelo entré en la casa y por lo que yo observaba con la poca luz que había, era que todo estaba tal y como lo dejó el hombre, subí a el cuarto del hombre, tenía 15 ó 16 fotos de niñas muertas de 13 ó 14 años, cuando fui a salir del cuarto alguien me tocó el hombro y me dijo al oído: "esta no es tu casa, ¡fuera!" yo me asusté y me giré pero no había nadie, entonces seguí caminando por los pasillos, se escuchaba la voz de una niña diciendo: "¡hulle de aquí antes de que pueda hacerte daño, está loco! Entonces sí que me asusté y me fui escaleras abajo, pero cuando faltaban menos de 5 metros para llegar a la puerta, apareció él, un hombre totalmente tatuado, pálido y con una vestimenta negra, se estaba riendo, entonces el único reflejo que tube fue el de gritar, mis amigos me escucharon y me sacaron. Cuando ya estaba fuera de la casa me preguntaron que el que había pasado pero yo no podía hablar, pues estaba totalmente traumatizada, mis amigos no sabian que hacer, entonces me acompañaron a mi casa, una vez allí le di las gracias a mis amigos por acompañarme y cerré la puerta, enseguida fui a mi cuarto sola y me puse la televisión para no pensar en lo que había pasado, pero de rrepente, la televisión se apagó y con letras rojas ponia:" Tú entraste en mi casa, ahora yo entro en la tuya".


FIN

lunes, 23 de noviembre de 2015

Aquí podéis ver este estupendo cómic de la alumna de 3º ESO D Lucía Alcalá. Os sonará el protagonista, ¿verdad?

jueves, 22 de octubre de 2015


Creación de un personaje

Nombre: Pictolín
Apellidos: Mentita Fresquita
Edad :23 años
Apodo:Caramelo
Etopeya: sincero- gracioso- humilde
Prosopografía: es alto, es gordo y es moreno
Animal que le gusta: el pájaro
Comida preferida: la hamburguesa
Un hecho que le ocurrió en la niñez: que se metió en la piscina mucho rato y se volvió líquido
Amuleto que siempre lleva: el de una foca




Pictolín y sus tonterías

Érase una vez un caramelo llamado Pictolín, a Pictolín le encantaba montar en bici, por eso una vez se fue a montar en bicicleta al barranco de la muerte y sin darse cuenta se cayó por el barranco, pero no le paso nada porque era un caramelo. Él era constructor y construyendo casas se le cayó el tejado encima, pero ¡menos mal que no se partió! Y una cosa que le pasó en su niñez es que hacía mucha calor un 2 de Julio y se metió en su piscina y se disolvió , pero volvío a entrar en calor y se recuperó.

FIN

lunes, 15 de junio de 2015


 En el último taller de poesía hemos aprovechado un poema de Gerardo Diego titulado "Cuadro" (Manual de Espumas). A partir de ahí cada alumno ha elaborado su propio poema pensando en su cuadro favorito o en alguno que le llamara la atención. 
Bruno Hinkel de 4ºC ha aprovechado el cuadro de su propio padre y este es el precioso resultado. Espero que lo disfrutéis:



Vendedor de Alfombras


El rostro                                                    jirón de piel
es mi imagen
y la alfombra grande
con sus vivos colores

Yo prefiero este hemisferio
que hace mejor tiempo.
Mi poesía y el verde
hacen más colorido.

En medio de Marruecos
                                                                    Ese país.

Él es el centro del pueblo.
Es el color de la vida,
el nuevo Ford o Bill Gates sin tecnología.




Klaus Hinkel,  Paciencia
Para ver más cuadros del autor pueden pinchar en el siguiente enlace:
http://www.watercolours.es/ 

miércoles, 13 de mayo de 2015

Ajoblanco malagueño

Hace unas semanas organizamos un concurso culinario para el alumnado de primero bilingüe. En este concurso, debían presentar una receta en inglés y en castellano con sus correspondientes medidas en el sistema métrico y en el sistema imperial. Lo siguiente era cocinarlas y por último comérnoslas.
El nivel fue muy alto y todas las recetas estaban buenísimas, pero me gustaría destacar el "ajoblanco malagueño" de Ezequiel Moreno porque es una receta tradicional y de la zona, y porque estaba muy bueno.

Esta es la receta en inglés y en castellano:

AJOBLANCO:
For four people
Ingredients:
-3.5 or 4.4 oz of peeleds almonds (White).
-1 slice of hard bread without crusts soaked.
-2 or 3 cloves of garlic.
-35 liquid onces of olive oil.
-Vinegar and salt to taste
Preparation
Grind the garlic and the almonds in a mortar and pestle. Add the bread and the oil little by little. Add the salt and the vinegar to taste , with a little water to the finaly grounds almonds. Afterwards add a little more  water.
Presentation
Serve in a bowl so each on help themeselves. In the season you can add grapes.



AJOBLANCO:
Para  4 personas
Ingredientes:
-100 o 125g de almendra pelada (blancas).
-1 trozo de pan duro sin corteza remojado.
-2 o 3 dientes de ajo.
-100 cl de aceite de oliva.
-Vinagre y sal al gusto.
Preparación
Majar en el mortero, las almendras con el ajo, aceite y pan se añaden poco a poco. Se añade sal y vinagre al gusto y al principio poco agua para que las almendras se muelan finas. Después un poco de agua más.
Presentación.

En la mesa se puede presentar en una fuente de donde cada uno se sirve al gusto.  En temporada se acompaña de uvas moscateles.



Ezequiel Moreno Barranquero

miércoles, 15 de abril de 2015

Estadísticas para todos

Había mandado un trabajo de estadística a los chicos y chicas de 2º de E.S.O. y me he encontrado con este telediario en inglés que han realizado Paula López y Marta Elena García, que me ha dejado emocionado. 
El video ha estado perfecto de tiempo, bien montado,  con buen inglés, con colaboraciones especiales, con datos actuales, con gráficos, etc. Simplemente sublime.

Pinchad en este enlace y a disfrutaaaaaaaar

viernes, 3 de abril de 2015

Más de números enteros

Podría decir cualquier cosa alabando este gran video sobre números enteros, pero me quedaría corto, sobran las palabras.
Samuel Gutiérrez de 1º de E.S.O. ha hecho algo muy difícil de superar. 
Enhorabuenaaaaaaaaa.

Pinchad este enlace para verlo.

https://www.youtube.com/watch?v=IhrGPzD_NuE

jueves, 19 de marzo de 2015

Trabajando la publicidad, fijaos que anuncios tan interesantes:







, ¿quién sabe si alguno de nuestros alumnos crea una empresa innovadora en el futuro?

lunes, 16 de marzo de 2015

Hay una forma diferente de leer los libros. Puedes llegar a sentirte como uno de sus personajes, eso les ha pasado a Óscar, Silvia, Ana, Mª Esperanza y Lorena...





miércoles, 4 de marzo de 2015

NÚMEROS ENTEROS


En este video vamos a ver a Ezequiel Moreno y Arturo Ramírez de primero de E.S.O. bilingüe, haciendo una imitación en inglés de nuestros queridos Troncho y Poncho.
Arturo y Ezequiel nos introducen los números enteros de una forma muy divertida en un video para no perdérselo. 

Mucha atención a la colaboración especial de Arturo Ramírez padre. Todo un actorazo.


Un gran aplauso para estos tres genios del séptimo arte.

https://www.youtube.com/watch?v=tJD4PaRJM1Y

viernes, 13 de febrero de 2015

Multiplicando por Maya


En este video podréis ver a Shannon McGuire (auxiliar de conversación muy salá y con mucho arte del I.E.S. Juan de la Cierva), enseñando a los chicos  y chicas de tercero de E.S.O. como multiplicaba la civilización Maya.

Multiplicación Maya por Shannon McGuire

jueves, 12 de febrero de 2015

Fotografía matemática en Vélez Málaga

Aquí tenemos algunas de las fotos que los chicos de segundo bilingüe han hecho en su safari fotográfico matemático por Vélez Málaga.  Para la próxima entrada más.





viernes, 23 de enero de 2015

Sandra Peláez Yules de 2º de E.S.O. bilingüe ha vuelto a sorprender y ha realizado un excelente trabajo en power point sobre cuerpos geométricos.

Un trabajazo. Vivan las cosas bien hechas.     

Mirad este enlace.      Cuerpos Geométricos 2ºE.S.O.









jueves, 22 de enero de 2015

Relato histórico sobre la revolución industrial (Ana María Ana Isabel Martín Fernández, 1º de Bachillerato B)


Os presento a la familia Lowell:
Eric, un padre de familia humilde, y Cecilia, la mujer de Eric. Éstos tenían varios hijos: Thomas, con 15 años era el mayor; Gaby, de 12 años; Alexia, de 6 años, una niña adorable de ojos azules como su madre; y Bobby, que con tan solo 1 año era un niño muy atento a todo lo que le rodeaba. Luego estaba Hans, el abuelo de los niños y padre de Eric. Su mujer había fallecido años antes, a causa de la viruela. Todos maldijeron que no existiera algún remedio para vencer esta enfermedad.
De los padres de Cecilia no se sabía nada, ya que la habían abandonado cuando apenas era un bebé.


Gaby, Alexia y Thomas, que regresaban de las minas, sucios y mojados, mantenían una conversación sobre su día en el trabajo:
-Pues hoy me ha tocado abrir y cerrar los compartimentos de las minas para que los obreros pasaran con el carbón. Estaba todo muy oscuro, estrecho y húmedo. – Thomas hizo una pausa y luego le preguntó a sus hermanos:
-¿Qué habéis hecho vosotros?
-Alexia y yo hemos tenido que acarrear el carbón en las galerías bajas, arrastrándonos por el suelo que estaba lleno de agua sucia.
-¡Había mucha agua! –intervino la pequeña.
-Yo tiraba del carbón con una cota y una cadena, mientras que Alexia empujaba con la cabeza y las manos, desde atrás –continuó Gaby.
-Me duele la cabeza –se quejó la niña.


Cecilia, que había llegado hace poco con Bobby del taller artesanal, se dirigió a los hijos:
-Vamos niños, nos tenemos que ir a la ciudad. Hay que coger el tren y como no nos demos prisa, no vamos a llegar a tiempo.
Los chicos miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que no eran los únicos que se iban a la ciudad. Muchos vecinos marchaban ya a los trenes, con prisas, nervios y preocupación por no saber exactamente qué les deparaba el destino en la gran ciudad. ¿Mejoraría o empeoraría su situación de vida?
En aquel momento salía de la vieja casa Hans, un hombre de piel arrugada y morena, tostada por el sol; ligeramente encorvado; brazos musculosos y fuertes; manos endurecidas y acostumbradas al trabajo duro del campo. Detrás de él estaba su hijo que llevaba en la mano una pequeña maleta, la cual contenía la escasa ropa que poseía. Eric acababa de llegar de trabajar en los campos. Hoy habían tenido que coger dos veces el tren para ir de un campo a otro.


La familia Lowell, ya en el tren, se encontró con una muchacha que trabajaba con la mujer de Eric.
-He escuchado que tendremos trabajo en las fábricas. Pero dicen que los patrones son muy duros y estrictos. No va a ser lo mismo que en los talleres –aquella mujer de mirada triste y temerosa miró a Cecilia mientras lo decía.
En los talleres artesanales trabajaban pocas personas. Utilizaban herramientas rudimentarias y como fuente de energía, el viento, los animales, el agua, la madera, y por supuesto, sus manos. Conseguían realizar muy pocos productos en muchísimo tiempo. Por lo tanto, éstos eran muy baratos.


Una vez llegaron a la ciudad, concretamente a los barrios que les correspondían, se dieron cuenta de que sus condiciones de vida no iban a mejorar. Eran edificios repugnantes, calles sin pavimentar y llenas de hoyos, basura y niños mendigando. Todas las viviendas de esta parte de la ciudad, se ubicaban cerca de las fábricas.
La familia Lowell entró en la casa que les asignaron. Era muy pequeña, con falta de espacio y de luz. También con mucha humedad. Pero, cuando más se dieron cuenta de lo pequeña que era fue cuando se toparon con otra familia en esa misma vivienda. Por lo que escucharon, en cada casa vivían varias familias.
Les había tocado convivir con una pareja que tenían un niño de ocho años y estaban esperando otro. Tenían una niña de 4 años que había fallecido días antes.
Aquella noche, apenas tenían un mísero trozo de pan por cada familia.


A las 2:30 de la madrugada, todo el barrio estaba despierto preparándose para ir a trabajar a las fábricas. Los bebés lloraban en aquel paisaje desolado y gris. Gris, nunca mejor dicho, por el humo de las fábricas. Los niños se quejaban de que hacía frío y tenían hambre y sueño.
La familia Lowell iba andando hacia la fábrica. El camino era un pasaje de terror: personas vestidas con tan sólo un pantalón sucio y roto pidiendo limosna, niñas obligadas a prostituirse por un plato de comida, dos hombres peleando por un trozo de pan que se habían encontrado…
-¡Mamá, mamá! Ese niño se está comiendo una piedra. ¡Qué asco! –Le dijo Alexia mientras tiraba del vestido largo y sucio que llevaba puesto Cecilia.
Cecilia miró al niño que le señalaba su hija y se le encharcaron los ojos de lágrimas. Cogió a su hija de la mano y, aguantándose las lágrimas, rezó por no acabar así.
Hans, Eric, Thomas y Gaby iban delante. Todos vestían una blusa y una gorra. Cecilia iba detrás de ellos con Bobby, descalzo, en brazos y Alexia de la mano. La pequeña ya iba con los zapatos rotos, como su padre.
Las fábricas eran grandes, sucias, húmedas, ruidosas y oscuras, con pequeñas ventanas en la parte superior. Casi no se podía respirar con tanta gente y suciedad.
Les informaron que no habría descanso para comer y que trabajarían unas 16 horas. Las mujeres y los niños cobrarían la mitad que los hombres, teniendo en cuenta que el salario de éstos no llegaba ni para alimentar una sola boca.
Tres meses después…
Eran las tres de la madrugada cuando la familia Lowell llegó a las fábricas y se encontró a otros obreros descargando distintos tipos de máquinas de un montón de enormes camiones.
Donde trabajaban ellos, la industria textil, colocaron una máquina que decían que se llamaba Lanzadera Volante. La había inventado un tal Kay. Eric era pobre pero no tonto, así que tenía el presentimiento de que ese tal Kay y su Lanzadera Volante iba a empeorar su trabajo. Y no sólo en la fábrica en la que él trabajaba, sino también en el sector del hilado, con la máquina Spinning Jenny de un tal Hargreaves y la Water Frame de Arkwright.
Confirmó su presentimiento cuando los jefes les dijeron que esas máquinas sustituirían el trabajo de muchos de ellos, los obreros, ya que solo una persona podría manejar ocho o más carretes a la vez. Cuando acabaron de decir esto, sólo se oyó murmullos de desesperación por parte de los trabajadores y una carcajada por parte de uno de los patrones.
Inmediatamente después, los trabajadores, aún ensimismados, tuvieron que empezar a trabajar.
Cecilia se quedó un rato mirando la máquina, atónita. Tanto a ella como a las demás mujeres, les costó adaptarse al trabajo de la fábrica, ya que estaban acostumbradas a las herramientas rurales.


Dos semanas después…
Al salir de la fábrica, todos estaban pálidos, raquíticos y con ojeras. Eric y Alexia se habían quedado sin sus zapatos. Thomas le había dado uno de los suyos a su hermano Gaby porque los había roto por completo. Cecilia, que estaba embarazada, andaba agarrada de Eric. Todos iban muy cansados, en especial Hans, que casi no podía respirar.
Cuando llegaron a su diminuta casa, se pusieron en la mesa alrededor de un plato de leche con patatas y un trocito de tocino. La comida no era suficiente para seis personas y otra que venía en camino. Si es que llegaba…
Eric decidió que ese día no comería. Y no porque no tuviera hambre, sino porque prefería dejar que se lo comieran sus hijos y esposa. Sobre todo su esposa, que tenía que alimentar dos bocas a la vez. La criatura que llevaba dentro tenía que nacer, les hacía muchísima falta. ¡Ya, lo sabían! Eran otro miembro que alimentar pero si conseguía crecer, superando las enfermedades y epidemias, tendrían otro sueldo y más posibilidades de sobrevivir.
Hans tampoco comió. No se encontraba bien y no paraba de toser. Estaba tumbado en el suelo.
Los nietos se pusieron a su lado. Alexia le cogió la mano, la cual estaba fría, y pronunció con miedo:
-¿Abuelo?
-A.. abue.. abue..lo- dijo el más pequeño de la familia. Se rió y empezó a dar palmas con sus pequeñas manos.
¡Abuelo!
-¡Mamá! Bobby ha dicho su primera palabra –dijo Thomas sonriendo.
La madre, contenta, se acercó a su pequeño y lo abrazó. Pero pronto se dio cuenta de que algo no iba bien.
Hans no respiraba y hacía rato que había dejado de toser. Eric estaba a su lado de rodillas, con la mirada fija en su padre. No tenía expresión en la cara, sólo lloraba.
-¡Abuelo, abuelo, abuelo!- repetía Bobby, feliz y ajeno a lo que estaba pasando, mientras que su familia lloraba.
¡Ironías de la vida! Mientras que el pequeño no paraba de pronunciar su primera palabra, el abuelo ya no lo estaba escuchando.


Al día siguiente…
Cuando la familia Lowell llegó a su casa después de trabajar, se dieron cuenta de que la mujer y el hombre que convivía con ellos estaban sentados en la mesa llorando y cogidos de la mano.
John, que así se llamaba el hombre, se levantó al ver entrar a Eric con su familia. Ambos se quedaron mirándose y luego, miraron a sus respectivas mujeres.
-¿Qué pasa?-se atrevió a preguntar Cecilia, que tuvo que sentarse por su estado.
John y su mujer se volvieron a mirar.
-El patrón me ha dicho que ya no hago falta –suspiró–, por desgracia, no he sido el único.
La mujer, que le faltaba poco para dar a luz, sollozó tapándose la cara con las manos. El marido le acarició la espalda suspirando y con las lágrimas caídas.
Después de esto, la casa se inundó de un silencio absoluto y Thomas entendió ahora por qué se había encontrado al hijo de esta familia mendigando en la calle.


Un mes después…
La fábrica cerró sus puertas con todos los trabajadores dentro. Justo cuando se cerró, un obrero llegó. Eric escuchó que le dejaban pasar pero no le pagaría el salario de ese día, por llegar tarde. El hombre entró maldiciendo y sollozando porque no tendría nada que dar de comer a sus cinco hijos cuando llegara a su casa a las 12 de la noche.
Eric suspiró, agachó la cabeza y siguió trabajando.




En este mes que ha pasado, la casa de los Lowell estuvo de todo menos tranquila.
La mujer de John dio a luz. Pero no se oyen llantos en la casa, sino en la mente de este pobre chico. Le invade la tristeza, como no podía ser de otra forma, porque ni su bebé que venía de camino ni la madre, sobrevivieron al parto.
Un día, Cecilia y su familia estaban en la mesa con un plato de judías secas y un trozo de pan.
John miraba la poca comida que tenía la familia Lowell. Eric, que se había dado cuenta de que John estaba mirando la comida, le dijo con los ojos llorosos y cara triste:
-Lo siento –maldijo el no poder darle nada para llevarse a la boca.
-No te preocupes –le contestó después de hacer una mueca de tristeza.
Eric, Cecilia y sus hijos se quedaron mirando como John se levantaba del suelo y se llevaba a su hijo de 9 años a la calle. Todos sabían que no iban a jugar.


Se escuchaba por el barrio que dos personas más, se habían muerto en la fábrica por haber trabajado jornadas largas con poca ventilación.


Cinco meses después…
Cecilia había trabajado en la fábrica hasta el último día antes del parto.
Nació viva y la llamaron Hope.
Como no podía dejarla con nadie, se la tuvo que llevar a la fábrica.
Estuvo trabajando con ella en brazos, llorando porque sabía que el ambiente no era bueno para nadie, pero menos para una recién nacida.
Mientras trabajaba repetía una y otra vez ‘Hope’, con la vista nublada y la cara llena de lágrimas. Esperanza, por un cambio positivo en sus vidas.
Pero eran pobres y no había leyes de protección. Los jefes mandaban. Y como ellos mandaban, Cecilia no pudo limpiar a su bebé cuando se orinó en esa fábrica mugrienta.
Hope llegó a su casa sucia y con infección en la piel.
La mujer de Eric lloró toda la noche pensando que a la mañana siguiente, se la tendría que volver a llevar a la fábrica. Así fue y regresó prácticamente muerta. A la infección de piel, se le había unido la inhalación de dióxido de carbono y, como no había descanso, no podía darle de mamar a su niña, estaba desnutrida.
Lo ideal hubiera sido que llamaran a un médico por si todavía no era demasiado tarde. Pero, ¿con qué dinero le pagaría al médico si apenas podrían sobrevivir ellos?


Unos meses después…
Eric regresó de la taberna como cada domingo y se encontró a su mujer llorando.
-Ey, Ceci, ¿qué pasa?
-¿Que qué pasa? ¿Que qué pasa? ¿Y tú me preguntas qué me pasa? –Su mujer estaba empezando a levantar la voz y a sobresaltarse– Eric, ¡maldita sea! Los niños están hambrientos y no puedo darles nada porque ¡no tenemos ni una miga de pan!
Eric se quedó sorprendido y se quedó un momento sin reaccionar. Nunca había visto a su mujer tan alterada.
-No hay pan, no hay nada –repetía Cecilia una y otra vez. Parecía que estaba al borde de la locura.
Su marido se le acercó, despacio por si le daba otro ataque y le daba por coger un cuchillo. La abrazó mientras ella miraba un punto fijo de la habitación.
-¡Hope! Hope está llorando. Se ha orinado, ¡tengo que limpiarla! –Dijo Cecilia mientras se alejaba de su marido–. Tengo que limpiarla antes de que…
Pero Eric, con los ojos llenos de lágrimas, la cogió por los brazos y terminó la frase que ella había empezado:
-Antes de que nada, cariño. Porque Hope está muerta. No está con nosotros. Ya no. ¿Recuerdas? –le hablaba bajito.
Cecilia negaba con la cabeza. No quería admitirlo. Llevaba meses sin querer admitirlo.
Eric le dio un beso a su mujer y luego, la volvió a abrazar. Poco a poco, Cecilia se fue calmando.
En ese momento, los hijos, que habían presenciado la escena, se levantaron del suelo y corrieron a abrazar a sus padres.
Puede que no tuvieran comida, puede que hubiera muchas muertes, puede que les invadiera la tristeza y la locura, pero también tenían AMOR. Y, es eso lo que mantiene unida a las familias ¿no? El amor en los malos momentos. ¿Os imagináis que no lo hubiera en este barrio? El ambiente sería aún más negro de lo que es. Más cargado, mucho más triste. No habría destellos de luz.




Unas semanas después…
Eric estaba en la taberna tomando alcohol con unos amigos y quejándose de sus vidas, mientras los niños jugaban en la calle con cualquier cosa que se encontraban.
-¡Estoy harto! ¡Nuestras vidas son una mierda! No tenemos descansos en el trabajo ni vacaciones –replicaba uno.
- Al tener más hijos, un poco más de dinero entra en casa. Tenemos a nuestras mujeres que parecen máquinas de producir bebés –reflexionaba otro.
-Y al borde de la locura –intervino Eric acordándose de lo que ocurrió hace unas semanas.
-Hay que hacer algo para cambiarlo. ¡No podemos seguir así!
-Sí, pero ¿qué hacemos?
-Movimiento obrero. – terció uno de los hombres más viejos que había allí y que había estado callado y pensativo hasta ahora.
-¿Qué? –Preguntaron todos al unísono.
-Si nos unimos todos, quizá nos hagan caso –respondió aquel hombre de mirada dura.
-¡Claro! Además, somos bastantes -asintió el que comenzó la conversación.




Un año después…
Gaby entra llorando a su casa:
-¡Mamá! -Gabby entró a su casa corriendo, llorando y absorbiendo por la nariz.– ¡Es mi amigo Peter! Se ha muerto. Y su padre también.
Cecilia se llevó la mano a la boca, cerrando los ojos. Se acercó a su niño y lo abrazó tan fuerte como sus fuerzas le permitieron.
-Dicen que es de una enfermedad que se llama “neumonía algodonera” –Gabby sollozó– Lo último que me dijo fue que no podía respirar.
Inmediatamente, Cecilia fue a esa casa donde todavía estaban los cuerpos en el suelo. Cuando su amiga la vio, corrió hacia ella y se abrazaron. ¡No podía parar de llorar! ¿Qué haría ahora? La semana pasada, dando a luz, nació su hijo muerto. Y ahora, se le muere su otro hijo y su marido.
-Toda la culpa la tienen esos desgraciados de los patrones. Sólo quieren dinero. Y para eso, nos explotan a nosotros. A los que hacemos lo que sea por un plato de comida. ¡Claro!, ellos no están en nuestra situación. Los quisiera ver aquí, viviendo como nosotros, a ver si aguantaban tanto –dijo con rabia la madre de Peter y, luego, tosió.
-¿Sabes cuáles han sido sus últimas palabras? –Preguntó mirando a Cecilia cuando se tranquilizó un poco.
-¿Las de tu marido?
-Sí.
-¿Cuáles?
Su amiga bajó la cabeza y volvió a subirla, llorando y a la vez, sonriendo.
-¡Te quiero! –después de pronunciar esas palabras, suspiró y lloró al pensar que ya no se lo diría más.


Años después…
Después de esa charla en la taberna y más muertos, los obreros se organizaron en sindicatos para reclamar sus derechos. Por ejemplo: la reducción de los horarios de trabajo, aumentos de sueldos y mejora de las condiciones de trabajo y por lo tanto, también de vida. También, pidieron el derecho al voto.
En los sindicatos acordaron la quema de las máquinas, las cuales les estaban quitando el trabajo a la mayoría de ellos e, incluso, matando a algunos.
Después de todo esto, seguían igual. Seguían sin mejorar sus vidas. Nadie les había hecho caso. Surgió, así, una Masacre en Peterloo.
Se reunieron en Peterloo Campo de San Pedro, Manchester, Inglaterra, el 16 de agosto de 1819. Muchos de ellos, entre los que había mujeres y niños, sostenían pancartas con los lemas ‘Igualdad y Fraternidad’ y ‘Unión y Fuerza’.
-Eric, ¿cuál es el plan?
-Henry Hunt dará un discurso, No creo que nos hagan caso y nos volveremos a nuestras casas a intentar sobrevivir, como siempre.
-¡Wuo! Suena entretenido. Así que conseguiremos lo que queremos…
-¡Lo tenemos difícil!
-Pero, ¿qué te pasa? ¡Qué negativo estás!
-¿Cómo quieres que no lo esté con la vida que llevamos? ¡Venir aquí no cambiará nada, nunca nos hacen caso! Además, no creo que mi familia y yo aguantemos mucho. No tenemos comida y para colmo, me han echado de la fábrica.
Su compañero de tabernas lo miró con tristeza y, luego, suspiró mirando al suelo.
-¡Joder! ¡Cuántos militares hay por aquí! –intervino uno que estaba cerca de ellos.

En el momento que salió Henry Hunt, todos los trabajadores, que eran entre 60.000 y 80.000, mostraron un increíble entusiasmo. Tanto que los militares desenfundaron sus espadas y atacaron contra la multitud.
Rápidamente, fue apareciendo más militares y quedando menos obreros.


Este acto y todo lo que ocurrió, empujó al gobierno británico a legalizar las asociaciones obreras.
Tuvieron que morir tantas personas para que las condiciones de vida y de trabajo, mejoraran. A estas víctimas, se les llamó "héroes de Peterloo".