viernes, 22 de noviembre de 2013

EL BESTIARIO: LA TARTIA (II)

La Tartia

     La Tartia es lista y es tonta. Es capaz de resolver una gran cuenta  y de nombrar todos los lugares que conoce pero, ayuda demasiado a la gente y no se ayuda a sí misma. Hace esto porque se tiene tan poco aprecio que todo el que guarda se lo dedica a los demás, así que es tan positiva con ellos como no lo es con ella misma.

     También arrastra mucho peso detrás suya, por lo que se mueve lentamente entre las personas. Guarda todos sus fantasmas en su caparazón, donde ella cree que nadie los puede encontrar, pero de vez en cuando un fantasma se escapa saliendo de su jaula y, según la Tartia, la expone ante los demás, dejándola indefensa. Ella prefiere liberar a los fantasmas por la noche, así no se agobia demasiado reteniéndolos.

    La Tartia piensa que lo único bueno de ella es su concha, ya que la protege, y es un buen escondite cuando  siente vergüenza. Si se descuida y saca la cabeza más de la cuenta de su coraza, puede que alguien se percate de cómo es realmente y cómo se siente; para ella es peligroso.

     Es un poco ciega  porque no descubre el puño hasta que está delante suya. Esto ha contribuido a endurecer su blindaje. A la Tartia le gusta estar tranquila y no participar en guerras, aunque sabe  que la metralla hace más daño que las balas, a veces intenta razonar con los participantes. De vez en cuando, esta metralla la golpea pero, al poseer su caparazón, sólo ocasiona daños menores que la Tartia no se para a curar y que se van sumando poco a poco, hasta que la concha se hace pedazos.

Clara Jiménez Valverde, 3ºB