martes, 24 de octubre de 2017


 
DEVUÉLVEME MI COLGANTE DRAGÓN MALO
Táliama es una princesa de la comarca de Bucho, tiene diecisiete años, ella es tímida, pero con buen corazón, y es muy aventurera y siempre se mete en líos. Tiene el pelo largo y castaño, su piel es morena como la arena, sus ojos son azules y su nariz boca son refinadas, sus orejas pequeñas y curvadas, tiene un cuello corto, que une su cabeza con el cuerpo delgado y piernas y brazos muy flexibles; siempre va con una camiseta de flores y pantalones cortos y marrones, con unas zapatillas brillantes. Siempre lleva con ella un amuleto de una flor morada, ese amuleto se lo dieron sus padres, (su madre que era Malia y su padre Pamolio) aunque ahora no lo tiene, porque unos dragones se lo robaron. Táliama, aunque sea muy aventurera, no termina de estar convencida de ir a por su amuleto, ya que lo tienen los dragones, a ella no le darían miedo si no fuera porque, en su infancia los dragones cuando ella tenía solamente siete años, destrozaron su casa y se llevaron su amuleto, hasta ahora no ha sido capaz de ir a por él, pero como es ya casi mayor de edad ha decidido adentrarse en el Bosque Viejo, y llegar a la cueva del dragón para conseguir de nuevo su amuleto. Al fin, el día veintisiete de julio del año 2325, Táliama salió de su casa y llegó al Bosque Viejo, era un bosque inmenso, con árboles muy altos (sobre todo pinos), había también troncos viejos y secos que daban miedo.
Ya llevaba dos horas caminando, entonces, paró un instante para reponer energía bebiéndose un batido de chocolate (llamado lecolate) y un pastel que cuyo nombre era Chaquimost; cuando terminó tuvo la sensación de que alguien la miraba, pensaba que era un ogro, pero, en realidad era un ser extraño, al que ella no había visto nunca, era una especie de enano con forma de balón, articulaciones muy cortas y dos orejas con forma de pajita que le sobresalían del cabeza por la parte de arriba, Táliama se le quedó mirando y en tres segundos aproximadamente se convirtió en un dragón, la cogió y se la llevó (un gran alivio, porque no tenía que caminar tanto); la soltaron pensando que iba a llorar o algo por el estilo pero empezó a darle una lección a eso dragones, de tal forma que los ató juntos de manos, pies, alas y boca. Su colgante estaba en perfecto estado, y por lo visto los dragones lo querían para regalárselos a su vecina, pero no se habían atrevido todavía. Pero en fin, ella ya lo tenía, pensó que estaba de nuevo en su casa, y ahí estaba, el colgante era mágico.
Tatiana 1º ESO C 

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